jueves, 3 de noviembre de 2011

desconectado.

Pasan las horas. Te quedas congelado en el tiempo y yo sigo acá cayendo lentamente, subiendo lentamente.
El mar aliviará mis penas, se llevará todo lo nuestro. No, realmente nunca sentí algo tan hermoso, y no, me da miedo apartarte por completo. Pero mejor así.
Buscando y buscando las formas de expresar lo más sincero, pero temo demasiado y la demasía me agobia.
Quiero sentirme bien, pero me hundo más y más. Desvarío, pierdo el control, ya no soy yo sino las infinitas personalidades peleando por ocupar mi cuerpo. Pierdo, ya sin ropa ni zapatos voy corriendo llorando entre paredones serpiente.
Que si llegara a verte nuevamente me desvanecería, te adoro demasiado. Pero es así. Lo supe desde la última vez que dormí en tu cama, cuando aquel monstruo me alejaba de tu cama arrastrándome entre sus brazos largos, mientras yo te pedía que por favor me despiertes. Soñé mucho, soñé muy feo, había algo ahí, tu alrededor protegiéndote alejándote de mi. Ellos querían que esto terminara de la peor forma, y yo tambien, ya no sé quien soy si es que alguna vez lo supe y el viento me muerde y las emociones me desintegran. Desvarío por todas partes, ya el pesimismo pesa, pesa mucho. Quiero parar.

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