En los minutos que agobian.
En las horas dónde perdias el control.
En esas noches dónde ya no eras vos, sino algo desconocido,
muy lejano a tu yo en su estado verdadero.
En esos días donde por no querer estar en aislamiento,
terminaste rompiendo muchas relaciones sociales.
Y la impotencia de saber que el conflicto mental encadenó la mente.
Pero, quizás ya está pasando
y la luz comienza a salir más seguido
y no hay nubes, ni humedad molesta.
Y no hay atracones suicidas,
No hay nada molesto.
La fortaleza regresa,
la cara sonrie tiernamente.
Y cantar sonriendo cuando las penas por fin se liberen,
y ahora si, el deseo de regresar al entorno.
Regresar con el corazón feliz,
y charlar , reir, brillar.
Porque, el cuerpo vivo siempre tiene reparo de actos estúpidos,
porque, todos tenemos nuestros momentos estúpidos.
Entonces, cantar sonriendo cuando las penas por fin se liberen,
y empezar otra vez a ser lo que siempre fue...
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